El futuro de la ciencia está en nuestras niñas. La conversación sobre la igualdad de género ha pasado a primer plano en los últimos años, provocando cambios frescos y positivos en múltiples industrias y fomentando una mayor conciencia sobre los prejuicios de género.
Al mismo tiempo, los beneficios de promover la equidad entre hombres y mujeres se han hecho más visibles, por ejemplo, en las empresas donde se ha probado que practican una mayor diversidad en sus equipos de gestión han aumentado notoriamente su capacidad de innovación y como resultado obtuvieron un 19% más de ingresos que aquellas compañías que no lo son, según un estudio del Boston Consulting Group.
Entre las buenas prácticas que debemos resaltar para alcanzar este objetivo está ampliar la participación de más mujeres en iniciativas y proyectos de ciencia y tecnología a nivel corporativo, social y académico.
Necesitamos que más de ellas lleven sus ideas y puntos de vista a las aulas de carreras como ingeniería, computación o química; y más adelante las ejerzan en puestos de trabajo para los que se encuentran completamente preparadas, eventualmente ocupando puestos directivos.
Sin embargo, un estudio de PwC ha evidenciado que aún nos encontramos lejos de un número más equilibrado entre hombres y mujeres, dado que estas últimas aún representan solo el 32% de los graduados de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; por sus siglas en inglés) en todo el mundo; lo que sugiere que el grupo de talentos femeninos con educación en estas ramas es limitado y que dificulta la buena práctica de la igualdad.
En el contexto del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que conmemoramos cada marzo, debemos recordar que depende de todos los que ya ocupamos un lugar en los salones de clase o en los puestos de trabajo, que cada mujer tenga la oportunidad de entrar en contacto con estas disciplinas, y que, si es de su interés, no solo tenga todas las puertas abiertas para estudiarlas y ejercerlas, sino que encuentre el soporte de sus pares para llevarlo a cabo.
Aquí es donde las compañías de tecnología, los centros de trabajo donde se hallará a las futuras egresadas de las carreras STEM, cobramos mayor protagonismo en hacer de esto una realidad en nuestras filas al compartir nuestro conocimiento de causa con instituciones que tengan llegada con este público. Podemos, por ejemplo, facilitar programas que se enfoquen activamente en hacer que las niñas generen interés en STEM.
Está probado que ellas tienen un 18% más de probabilidades de mostrar interés en la informática a lo largo de la secundaria y la universidad si tienen experiencias previas en computación desde muy jóvenes, según un estudio de Accenture.
Si bien la industria tecnológica tiene múltiples oportunidades de mejora con la igualdad de género, también radica en ella, naturalmente, ser la fuerza impulsora de una verdadera transformación con ramificaciones para los sectores empresariales y la sociedad en general.
Por ejemplo, en Dell Technologies hemos querido impulsar este cambio no solo comprometiéndonos a que la mitad de nuestros empleados sean mujeres para 2030; sino que, para ese mismo año, el 95% de nuestra gente esté capacitada tanto en evitar como en combatir los prejuicios inconscientes y el acoso.
Recordemos que la tecnología no solo tiene el potencial de ser un instrumento por el cual nuestras vidas son más sencillas y eficientes, sino también más justas y equitativas. Niurka Montero, Directora Senior de Ventas Centroamérica y el Caribe