Filósofos, literatos y grandes pensadores a lo largo de la historia han definido el éxito como la capacidad de ver cada fracaso como una gran victoria, en la que se aprende una nueva forma de cómo no hacer las cosas, suena paradójico, y para algunos, hasta inconcebible, pero es una realidad latente.
La mayoría del conocimiento que adquirimos en nuestra vida no se rescata en un aula, o en la comunicación directa entre un mentor y un estudiante; se aprende en base a la experiencia adquirida.
Visualicemos un niño en una habitación jugando. De pronto, ve un recuadro de color rojizo brillar desde una pared. La curiosidad del niño por el vistoso color rojo le hará creer al pequeño que es altamente interesante y querrá ir a tocarlo. Al hacerlo, un gran ardor recorre su mano y comprende que el recuadro rojo realmente era una estufa.
Por experiencia, el chico no volverá a poner las manos en ese lugar, y asimilará el color rojo con cosas calientes según explican psicólogos de la universidad de Missouri tras comprobar que los niños asimilan los colores con sensaciones provocadas con anterioridad.
Lo curioso aquí es que al niño no se le ha educado ni se le ha inducido previamente que cada color tiene algún significado, pues el conocimiento sobre aquello se lo ha brindado la experiencia.
Ahora bien, otro icónico ejemplo es el creador del producto WD-40, el lubricante que todos alguna vez hemos empleado en puertas, bisagras, cadenas de bicicleta y piezas de automóvil. Su gran utilidad ha dado valor a la sociedad durante mucho tiempo, pero, ¿qué significa el número 40? Cuenta su creador, Norm Larsen, que no fue sino hasta el intento número 40, que logró obtener la fórmula idónea para desarrollar el producto de los 2000 usos.
Thomas Alba Edison describe de modo sugerente que él no fracasó, solo descubrió 999 formas de cómo no fabricar una bombilla.
Todos los grandes descubrimientos, productos y emprendedores del mundo a lo largo de la historia han atravesado una etapa de fracasos. El punto es, hasta qué punto dejamos que el fracaso nos absorba, hasta qué punto permitimos ver el fracaso como algo negativo y no como una oportunidad para mejorar lo que ya tenemos construido.
En la vida universitaria, la tasa de deserción se incrementa debido a que los jóvenes no han sido educados para tener resistencia al fracaso, y al ver que las materias de la universidad se le van encima, hay exámenes, obligaciones, trabajos, que agobian al estudiante que no es capaz de percibir este nuevo mundo como un vehículo para reorganizar su vida y afrontar la nueva realidad.
Una persona que es capaz de ver las cosas desde otra perspectiva cuando se siente ofuscado, es una persona libre de ataduras y que es capaz de escalar pese a la adversidad, para cumplir sus objetivos, lo que no significa que durante el camino no vaya a fracasar, sino que sabrá que el fracaso es parte del camino y que tendrá las herramientas emocionales para sobrellevarlo de la mejor manera para hacer del enemigo, el aliado más fuerte en la batalla.
Haciendo una apología al concepto de las oportunidades de éxito y cómo nos vemos tentados a abandonarlas cuando el fracaso se interpone en el camino, podríamos definir que somos escaladores constantes; escaladores que van subiendo cuesta arriba rumbo a la cima de una montaña, por el camino los brazos tiemblan, la boca se reseca y los párpados se caen de cansancio. Cuando el escalador llega a la cima descubre que lo que estaba ahí arriba no era lo que esperaba ver, pero visualiza que en la montaña de enfrente puede que esté su real destino.
Le toca bajar aquella montaña para comenzar a escalar la otra, y cuando llega arriba se da cuenta que la cima está bien, pero no se siente cómodo a pesar de tener lo que quería, y se da cuenta que en la montaña de enfrente hay una oportunidad similar a lo que buscaba desde un principio, y le toca bajar de nuevo.
La vida es así, un vaivén de constantes alzas y depresiones, en las cuales cambiamos de gustos, de sueños, de metas y aspiraciones, y donde la frustración juega un rol fundamental en nuestra toma de decisiones, pues puede significarte un abismo al que inherentemente caerás, o un vehículo que te conducirá al éxito si sabes manejarlo.